A través de los años y a partir de diversas investigaciones que han puesto sobre la mesa temas que muchas veces fueron negados e invisibilizados, el debate en torno a la autoconstrucción y los procesos migratorios se hace cada vez más relevante para explorar los fenómenos sociales que se traducen a la arquitectura de las zonas marginadas y comúnmente denominadas "irregulares". Si bien es cierto que todavía existe una polarización sobre lo que debería ser o no un espacio para habitarse, es importante que observemos lo que ya es para aportar al tema pero sobre todo para escuchar y aprender.
Dentro de esta línea, la artista mexicana Sandra Calvo se ha dedicado a explorar y visibilizar algunos de estos temas para presentar un registro en donde se despliega una fuerte presencia crítica que se sostiene desde la disciplina que demuestra una conciencia sobre el contexto que estudia. Aquí se hilan factores políticos, económicos y sociales que no tienen que ver únicamente con un país, sino con un constante movimiento migratorio dentro de la globalidad que habitamos. En esta ocasión te presentamos una entrevista realizada por la Editora de ArchDaily México, Mónica Arellano la cual representa un salto al fondo de todo el trabajo que Sandra Calvo ha venido realizando en los últimos años.
Monica Arellano: Lo primero que me gustaría es que me contaras tu historia de cómo tu profesión se dirigió a estudiar los procesos de autoconstrucción. ¿Cómo se puede hablar desde el arte sobre este tema?
Sandra Calvo: Estudié Ciencia Política y Liberal Studies, una especie de híbrido entre urbanismo, antropología y estudios postcoloniales. Por lo que no es extraño que mi campo de estudio se desarrolle en contextos de tensión política y social, en territorios urbanos y rurales en disputa. A lo largo de mis estudios siempre tuve una interacción activa con el arte, específicamente con el mundo de la imagen en movimiento. El cruce interdisciplinario, o más bien la indisciplina como un campo más libre, menos rígido, más osado, me ha servido para profundizar en mi investigación y aprendizaje, cuestionar los límites de la disciplina, generar otros formas de significación, construir nuevas estructuras, y a la vez aligerar los formatos, desencadenar un diálogo, generar una interacción desde el afecto y la afectación, así como producir el encuentro como un acontecimiento vital y único.
Monica Arellano: ¿Cuál es el punto de partida, el proceso y la materialización de tus proyectos? y ¿Cuál es el criterio para la selección de tus campos de estudio?
Sandra Calvo: En los distintos proyectos he tomado siempre como punto de partida las interacciones humanas y el contexto social, más que la creación de un objeto artístico o una instalación arquitectónica per se. Me interesa que el dispositivo artístico/arquitectónico emerja de lo que he llamado el locus en conflicto, es decir que brote de un lugar con una problemática determinada que concierne a una comunidad. El dispositivo dentro de mis proyectos toma sentido cuando se vuelve un catalizador, cuando surge del sitio, cuando es creado para el lugar y con el grupo participante de esta experiencia. Parto de la idea de que el arte y lo político son en esencia espacios desestabilizadores –el arte y lo político cuestionan y desplazan sus propias fronteras, límites, definiciones; a la vez que generan y delimitan su propia ontología. El arte político y de interacción social son campos inherentemente conflictivos, polémicos, inestables. Y, más allá de esto, son espacios de experiencia y acción humana a través de los cuales los significados sociales se gestan, instituyen y hegemonizan, más también se cuestionan y reinstituyen.
Me interesa la autoconstrucción como una práctica de resistencia, de auto-organización, propia de estos enclaves en tensión. Una arquitectura abierta o arquitectura en flujo que es casi la única forma de poder hacerse de una casa para aquellos ciudadanos excluidos del modelo formal de la vivienda. A diferencia de la vivienda formal, que suele cumplir con un programa de linealidad y predictibilidad —primero planeo, luego construyo y luego habito— en una vivienda autoconstruida las etapas del ciclo son simultáneas: habito mientras construyo, mientras planeo, mientras resisto, mientras me desalojan. Este lema es la piedra angular de mi trabajo, pues sintetiza el estado de crisis permanente y la incertidumbre en la que viven estos contextos.
Monica Arellano: Creo que tanto, “Arquitectura sin arquitectos” como “Copias de Abandono” y “Trópico Entrópico”, tienen mucho en común, ¿cuáles fueron los motivos de estos proyectos?
Sandra Calvo: Los tres son proyectos de investigación de largo plazo, de sitio específico, que generan vínculos y compromiso con una comunidad o grupo. Reflexionan política y estéticamente sobre las problemáticas de la vivienda, la migración, la informalidad, la autoconstrucción, la apropiación del espacio, el desalojo, y el auto-aprendizaje como forma de resistencia en Latinoamérica. En este territorio, la casa no es un espacio idealizado, de confort y de seguridad. Escriturar un pedazo de suelo es complicado, por no decir imposible, para millones de personas que viven a la intemperie. “Arquitectura sin arquitectos” deconstruye precisamente la noción de casa, que pasa de ser una estructura de concreto, dura y sólida, a lo que realmente es: una estructura fluida, dinámica, activa, dúctil, frágil, cruda y modular. Se explora la autoconstrucción como práctica de resistencia, un saber adquirido a través de la experiencia y la intuición, que permite a las comunidades construir sus propias casas sin seguir un modelo jerárquico y sin la necesidad de arquitecto alguno.
Por otro lado, en “Copias del abandono. Los palacios soñados de Tlaxcala” surgen de mi necesidad por entender la historia de estos espacios que se mantienen en un estado de ambigüedad, donde no se sabe si la casa se está construyendo o se está abandonando. Este proyecto es el reflejo vital de la arquitectura de la migración entre México y Estados Unidos. La migración al norte sigue siendo un resultado de la desigualdad y violencia que se vive en el país. Los mexicanos son todavía el grupo más grande de migrantes radicados en Estados Unidos, su desplazamiento continuo a través de varias generaciones ha generado lazos geográficos entre las localidades expulsoras y receptoras. Ejemplos como este se reproducen a lo largo de todo el territorio nacional. Este proyecto muestran las diferencias y similitudes de las maneras de vivir en los dos países, las aspiraciones individuales, las realidades crudas, la forma en que los modelos arquitectónicos se transforman a través de ópticas particulares y a su vez cómo estos modelos transforman las sociedades en las que se insertan.
“Trópico Entrópico. Multiplicación del paisaje interior” es una aproximación a los modos de habitar en las ciudadelas del Centro Histórico de la Habana, Cuba. El proyecto fue una colaboración entre los moradores de las ciudadelas y un grupo de arquitectos e historiadores. El solar o ciudadela cubana está caracterizado por enormes espacios de puntal alto y patios generosos que al mirarlos parecen estar a punto de colapsar, estos espacios solían ser, durante el periodo colonial, palacetes destinados a una sola familia de la clase acomodada y su servidumbre. A comienzo de los años sesenta el Estado Revolucionario nacionalizó los inmuebles y promovió su ocupación por parte de las familias necesitadas de vivienda. Como resultado estos edificios sufrieron su más profunda transformación: una arquitectura improvisada, espontánea, orgánica, y vernácula, que creció y se desarrolló en el interior de una arquitectura de otra época.
Monica Arellano: ¿Por qué crees que es importante explorar la arquitectura más allá de la autoría y las cualidades estéticas?
Sandra Calvo: Me interesa explorar esa arquitectura considerada plebeya, caótica e injustamente llamada informal, ilegal. Esa arquitectura mínima que monolíticamente se alza en lo más inhóspito, la casa no como mercancía que se compra y se vende, sino como un lugar donde protegerse de una economía de intemperie; una vía de consolidar gradualmente el patrimonio familiar, y un agregado de relaciones familiares en conflicto y que difícilmente se puede enajenar.
En cierto sentido estos proyectos son un homenaje a esa arquitectura sin autor, que responden a otro orden y a otras reglas. Un homenaje a la manufactura no industrializada, de carácter informal y marcada por el autoaprendizaje, además de una respuesta urbana que contesta la visión modernista de la ciudad planificada. Son también un pequeño relato de la metis: una oda a la historia de estas familias, autoconstructores de nuestras ciudades, que dan forma a objetos y espacios por medio de una suerte de ingeniería inversa o ingeniería popular, y atienden mediante adhoquismos problemas que no pueden resolverse con la aplicación de rutinas rígidas y preestablecidas, y levantan su casa paso a paso de manera empírica e instintiva.
La casa autoconstruida como patrimonio, proyecto de vida...una casa propia que no deviene mercancía, es un patrimonio heredable entre la familia. El valor de la autoconstrucción como patrimonio. Por otro lado, en la casa como pertenencia compartida, dependiente del colectivo, se necesita de todos para autoconstruir y se necesita de todos para resistir. Una forma de resistencia cotidiana. El arma de los débiles, una huída a la economía hegemónica. La casa como una acción autogestiva de supervivencia. Acción afirmativa.
Monica Arellano: Uno de los aspectos que me resultan más interesantes de tu trabajo es que exploras la relación entre países a partir de territorios con características similares ya que son un registro de los recorridos migratorios, pero sobre todo de una evidente crisis global, ¿por qué crees que es importante encontrar estas similitudes?
Sandra Calvo: Mis proyectos hasta el momento se desarrollan en el llamado Sur Global, en países que comparten una historia de colonialismo, neo-colonialismo, y grandes desigualdades en niveles y esperanzas de vida. Pero también comparten una lucha, resiliencia, habilidades para reciclar, ampliar y reparar un universo objetual que usualmente se identifica con el desecho. Y comparten el ingenio en relación a las soluciones informales de supervivencia. No son sitios genéricos, y la multiplicidad de conocimientos que podemos extraer de cada lugar es infinita. Creo que es vital preguntarse, investigar y entender el origen, la composición, la actividad, y el devenir de estos enclaves, y los movimientos de desterritorialización. Es increíble que extensiones tan vastas de tierras sigan llamándose de irregulares, cuando en realidad, en varios casos, son la norma.
Monica Arellano: Actualmente estás participando en el Pabellón de México en la XVII Bienal de Venecia de Arquitectura que se titula Desplazamientos. Hay varios elementos de la pieza que son propios y/o característicos de tu proyecto "Arquitectura sin arquitectos", como un sistema constructivo hecho de hilos, imágenes que se fragmentan, la creación de un glosario. ¿Cómo se insertan estos elementos en la pieza de "Desplazamientos"? ¿Cómo dialoga este espacio con tu proyecto "Copias del abandono" y con el de los otros participantes? ¿Cómo fue el proceso de trabajo con los demás arquitectos y el equipo curatorial?
Sandra Calvo: Hubo distintos encuentros con los participantes y curadores. Compartí mis procesos de trabajo, mis prácticas colaborativas, mis textos, los conceptos que están presentes en mi pesquisa, así como los formatos expositivos, en específico la instalación de hilos acompañada del documental expandido y el léxico. Estos elementos están presentes en la obra que México llevó a la Bienal, desde la idea de los hilos como un sistema constructivo hasta la imagen fragmentada y multiiplicada, entre otras. En la pieza de "Desplazamientos", las paredes compuestas de plomadas generan un recorrido, donde podemos escuchar distintos sonidos y ver proyectadas imágenes seleccionadas por los curadores para dar sentido a la pieza, así como los proyectos de los participantes, como es el caso de "Copias del abandono".
Monica Arellano: Me parece fundamental estudiar estos procesos sociales desde la arquitectura, pero también desde el arte, sobre todo para poner en evidencia todo eso que por muchos años ha sido negado, ¿qué crees que puedan hacer los profesionales para colaborar y mejorar la calidad de vida de las personas?
Sandra Calvo: Creo en el arte como un mecanismo de colaboración para irrumpir, acercarse, discernir, posicionarse y crear. Me interesan los dispositivos de diálogo que den pie al consenso o el disenso de posturas contrarias u opuestas. Desde el arte, desde la arquitectura y desde cualquier otra disciplina, es común llegar a un sitio y generar una situación de condescendencia, de superioridad. O una postura asistencialista, ingenua, romántica o buenista. Formas vacías desde mi parecer, y muy irresponsables. Ahí no hay posibilidad de afectarse ni de ser afectado. Es un encuentro anestesiado. Yo pienso que la colaboración existe si hay tiempo para producir un encuentro. Y ese tiempo es tanto político como personal. Para mí ha sido una forma de vida. Me cuesta cada vez más separar el arte de mi vida. Una vez insertada en la comunidad te das cuenta de que no conoces realmente el entorno de la otredad, reconoces entonces tu ignorancia. A través de la convivencia dejas de ver al otro como objeto de investigación y te adentras en la relación y la interacción.
Desde el arte yo personalmente tomo la interacción a través de una visión dialógica pero intento que esa postura sea también disruptiva. Que las diferencias y el propio conflicto detonen la negociación y el diálogo. Es complejo, pues estamos frente a una comunidad que ha perdido tradiciones y lenguas, que está en constante cambio y en constante amenaza. Pero también es cierto que el contexto en el que me interesa trabajar no es social o económicamente homogéneo, no tiene un carácter “genuino” o “inmaculado” no es una comunidad purista. Es una comunidad heterogénea, híbrida, con problemáticas, una comunidad diversa y fluida.Creo en el arte como un mecanismo de colaboración para irrumpir, acercarse, discernir y crear. Me interesan los dispositivos de diálogo que den pie al consenso o el disenso de posturas contrarias u opuestas.
Mis proyectos buscan poner de manifiesto la resiliencia y los saberes locales a partir del ejercicio participativo, de forma crítica, sin ingenuidad. Los proyectos no imponen un set de ideas predeterminadas sobre un emplazamiento, sino que deja que la obra emerja del mismo, con todos los riesgos que eso pueda tener. El otro se vuelve tu cómplice, tu partenaire. Hay una desnudez, hay un quitarse la máscara que es esencial. Como decía Camus “No hay nada más extraño, en un país extraño, que el extraño que lo visita”.
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